La orden religiosa de los Jesuitas: La compañia de Jesus



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La orden religiosa de los Jesuitas: La compañia de Jesus

J. Jesús Gómez Fregoso, s.j.



Hacia 1760 los jesuitas jóvenes de la Nueva España le perdieron el cariño y el respeto a la vieja España y le cobraron amor e interés a México. Dejan de sentirse vástagos de una raza y comienzan a sentirse hijos de una tierra. Se apartan sentimentalmente de sus coterráneos. Les niegan el título de padres y hermanos a los descoloridos españoles y se lo dan a los oscuros nahuas. Se dicen descendientes del imperio azteca y proclaman con orgullo su parentesco con los indios. Éstos, hasta entonces despreciados, empiezan a ser vistos como iguales […] Además de indigenista, el insipiente patriotismo de aquéllos hombres fue telúrico. Les brotó un amor desmesurado por la geografía de México. Sintieron que su país era un paraíso. Este grupo de jesuitas comenzó a escribir y a enseñar en sus colegios algunas ideas nuevas, no necesariamente originales, puesto que algunas ya estaban de moda en la Europa del siglo XVIII, pero no eran conocidas en la Nueva España: que todas las razas eran iguales, que el poder le llegaba al rey no directamente de Dios, sino a través del pueblo, que todos los hombres eran libres, que lo mexicano tenía gran valor y era equiparable a otras culturas como la griega o la latina. Todo esto, unido a las acusaciones ya expresadas, en especial a la amenaza de que, sobre todo en Baja California y en Paraguay, se construyera un Estado dentro del Estado Español, movieron al rey Carlos III, en 1767, a expulsar de todos sus dominios de España y América a los jesuitas, en el marco ya expresado del espíritu regalista del siglo XVIII. En el bando o declaración del virrey, que acompañaba la lectura del decreto de expulsión, se leía recuerden desde hoy para siempre todos los súbditos de el gran monarca que ocupa el trono de España que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos de gobierno. Fueron expulsados de la Nueva España casi 700 jesuitas; entre los más famosos estaba el ya citado, Francisco Xavier Clavijero que, desterrado en Italia, escribía su famosa Historia Antigua de México para servir del mejor modo posible a mi Patria y que sería muy leída entre algunos jefes de la Independencia.

La labor de los jesuitas durante el período colonial, lo mismo que su expulsión, ha tenido muy variadas valoraciones. Una se puede resumir en lo que escribió Vicente Riva Palacio en México a través de los siglos, al citar una carta del siglo VXII: <>. La acusación se basaba en que los jesuitas eran dueños de importantes haciendas, muy bien trabajadas y organizadas, con cuyos productos sostenían sus colegios y misiones. En toda la América española fueron hábiles administradores de haciendas en las que obviamente había esclavos, pero dicho término era muy ambiguo en todo el Nuevo Mundo, pues incluía desde el esclavo aherrojado hasta el <>, como se puede leer en toda la literatura colonial, donde también por cierto aparece la esclava-amante del hacendado o casada con él. La red de haciendas de los jesuitas fue otro asunto que originó ataques contra ellos. La opinión favorable sobre los jesuitas la puede ejemplificar el mismo virrey Marqués de Croix, encargado de cumplir el decreto de expulsión: <<[los jesuitas] eran dueños absolutos de los corazones y de las conciencias de todos los habitantes de este vasto imperio>>. Por su parte, David A. Brading escribe: <

(2)Luis González, El período formativo, en Daniel Cosío Villegas y otros, Historia mínima de México, México, El Colegio de México, 1983, pags. 79 y 80.

(3)Citado por Vicente Riva Palacio, México a través de los siglos, México, Editorial Cumbre, 1989, tomo IV, p.386.

(4)Ibid, tomo IX, p. XIII.

(5)Ibid., tomo IV, p. 386.


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February 16, 2015